Individualidades que salvan el experimento de Luis Enrique

Barca vs PSGDesorden en la pizarra de Luis Enrique, al menos así lo percibí yo. Ante un rival de jerarquía como el PSG, que ya había ganado antes al Barça, el equipo se mostró como ya viene siendo un cuento en la Liga, goles que ocultan las flaquezas defensivas pero que al fin y al cabo sirven para seguir en pie de lucha y acallar las voces críticas que se ciernen por todas partes.

Dejando a un lado el libro de estilo para jugar a quién sabe qué y cómo, Luis Enrique apostó por cuatro delanteros, Neymar, Messi y Suárez, con un delantero como Pedro jugando de interior, haciendo mancuerna con Iniesta; atrás Busquets y Mascherano; y la línea defensiva con Mathieu, Piqué y Bartra, mientras, en el arco el indiscutible en Champions, Ter Stegen.

Así las cosas, el Barça aprobó con suspenso la primera mitad, en el que se comió un gol gracias a un error de bulto de la defensa al dejar solo y su alma a un Zlatan que no perdonó con un zurdazo que se metió por el palo izquierdo de Ter Stegen. En ese instante, lo sufría el PSG, que salía avante de los embates de los hombres de Lucho, pero con más furia que con ideas, a pesar de tener un tridente punzante en todos los frentes de ataque, pero con más falta de puntería que un rifle de feria. Necesitó una Ibra, en una descolgada de Moura, una pesadilla para Mathieu en toda la noche. El PSG descojonaba a los azulgranas, la contracorriente y el murmullo del graderío se hicieron eco.

Lo igualó Messi a los pocos minutos, tras un balón largo que encontró a Suárez, quien en un intento de remate y de centro, puso un esférico dorado para que Lío llegara a definir y poner el empate en la pizarra. Hasta entonces, el agua volvía a su calma, apurado y con prisas, con empuje más que con juego. Salvo pinceladas los hombres de Lucho dejaron claro que ni siquiera ellos sabían a qué jugaban, mientras era un constante bombardeo en ofensiva, los pilares defensivos se tambaleaban uno con uno, hombre con hombre. Tan sólo Bartra mostró personalidad y frialdad para poner el balón a tierra y dar salida a un ahogado equipo que por momentos no lograba sobrepasar las líneas de presión del equipo francés.

Neymar se acordó de sus días en el Santos, ya lo había intentado antes, pero su remate se había estrellado en David Luis. Esta vez cogió el esférico y una descolgada por el centro, sacó un remate con el empeine que se metió por el palo izquierdo del meta del equipo francés. 2-1 y las papas recién salían del fuego. Entre el brasileño y el argentino hacían válido un nuevo experimento de Luis Enrique.

El Barça sufría en defensa, cual flan a punto de derretirse, Lucas Moura fue un incansable puñal que hería una y otra vez por banda izquierda, el sector de Mathieu, por ahí llegaron las mejores ocasiones del PSG, sabedor de la flaqueza defensiva, percutía una tras otra vez intentando romper el seguro y poner en aprietos al cuadro azulgrana, pero no lo consiguió. Estuvo cerca del empate, una nueva subida de Moura que dejó regados a Mathieu y a Piqué, alcanzó a tapar Ter Stegen, el contrarremate lo sacaría Bartra, gracias a que el balón pegó en su rodilla casi bajo la línea de gol y en un nuevo remate, el mismo defensor lograría sacudirse la presión. Así, el Barça lograría el tercero, en las botas de Suárez, que celebró su tanto con rabia y deseo, para dejar al PSG sin premio, un equipo demasiado luchador y que sin salirse del guión había puesto en aprietos a los hombres de Lucho, que una vez más contó con el bagaje salvador de las estrellas, las individualidades que mantienen el barco a flote a expensas de sus experimentos, y con la certera duda de qué sucederá cuando el balón no entre o cuando las estrellas no brillen. Los resultados calman las aguas, pero en el trasfondo, el juego sigue siendo una enorme duda.

Post Author: JoseMa@Díaz

Bloguero y enamorado del fútbol.